EL MILAGRO DE FRANCISCA DE LA CRUZ
Todos los que vivimos en Illescas es necesario que conozcamos la verdadera historia del milagro ocurrido en 1562. Este prodigio ha dado a nuestro pueblo ocasión de grandes privilegios. Todos estos datos son sacados del proceso del milagro que se conserva en el archivo del santuario de Nuestra Señora de la Caridad. La Virgen de la Caridad intercedió. Conocer la auténtica historia del milagro también a nosotros nos tiene que servir para acrecentar nuestra relación personal con María en Jesús.
VERDADERA HISTORIA DEL MILAGRO DE FRANCISCA DE LA CRUZ POR INTERCESIÓN DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD EN ILLESCAS.
1. ¿Quién era Francisca de la Cruz y qué le
ocurrió?
Era natural de
Valladolid. En el año 1562, cuando sucedió el milagro, tenía diecisiete o
dieciocho años. Por lo
tanto tuvo que nacer sobre el 1544. Sus padres se llamaban Lorençio Vázquez y
Juana de la Cruz. Su
padre tenía la profesión de escribano.
Mencia López, mujer de Marcos Sánchez, mesonero
de Alcalá, donde estuvo Francisca hospedada, nos cuenta que era de gente
de “buena parte”, ya que
lo había oído decir de otras personas. Se constata así que Francisca sería una
joven que provenía de una clase social media y bien formada en las costumbres sociales y
religiosas.
Su físico es descrito
también por distintos testigos. Diego de la Fuente, casero del hospital de
Parla y vecino de allí nos dice que era pecosa.
Benita de Humbria, criada de Marcos Sánchez, que había sido compañera de
trabajo de Francisca, nos cuenta que era moza de buen gesto blanca.
Mencia López también nos cuenta que era de cuerpo pequeño, blanca mujer de buen
gesto.
Por los apelativos de cuerpo pequeño nos da a entender como Francisca era una
joven con una salud débil y quebradiza.
La razón por la cual
llegó a Alcalá no se logra clarificar en los testimonios. Lo que nos cuenta
Francisca de la Cruz, el día del milagro cuando testificó este portento, es que
estaba de criada de Isabel Rodríguez, lavandera vecina de Alcalá.
Se enfermó del achaque de entrar a lavar en el rio Henares.
Posiblemente al sobrevenirle la enfermedad tuvo que ir a casa de Marcos
Sánchez, que regentaba uno de los mesones de Alcalá, puesto que la despediría
por su enfermedad Isabel Rodríguez. Así lo expone Diego Martínez, letrado, comunica
que cuando él estuvo allí de huésped ocurrió que llegó un condestable y le
acompañaba su criado con su mujer, ésta dejó un dinero para que la curaran.
Pero como no mejoraba y ya era mucho el gasto y la iban a echar de este mesón,
decidieron llamarle a él, puesto que era una persona benéfica para que se
encargara de buscar un médico que la curara. Así pues la asistió el médico
Hernando Díaz en el hospital de Santa María la Rica. Las calenturas bajaron
pero aún el tullimiento continuaba.
Vuelve otra vez al mesón, pero la invitan a salir de allí, no pueden
mantenerla.
Se dirige por
recomendación del dicho doctor, al hospital de Antón Martín o del Amor de Dios
en Madrid, donde tienen médicos mejor especializados para curarla. Sale de
Alcalá según los testimonios que tenemos a mediados de Enero y está en Madrid
mes y medio. Allí ratifican que no tiene solución y la dirigen al hospital de
incurables de la Virgen de la Estrella de Toledo. Por eso la peregrinación que
hace es Parla, hospital de Sta. María; Getafe, hospital de la Magdalena;
Torrejón de Velasco, hospital de s. José y llega a Illescas.
Lucia de Mena, mujer de
Diego Ramírez, vecina del hospital de Illescas que vivía en la zona fronteriza
de él.
Nos da el dato que aquí llegó un once de marzo a las ocho o nueve de la mañana.
La hospitalera Juana Rodríguez, mujer de Verdeseca, detalla que cuando llegó,
el que la trajo la dejó en el patio para tomar el sol, pero ella no pudo
atenderla porque estaba ocupada en la hacienda del hospital.
Cuando salió la hospitalera al patio para ver y hablar con Francisca nos cuenta
ella misma que “la dicha moza se vino arrastrando hasta donde estaba ella”.
Mientras tanto, Lucia,
la vecina, se acercó y fue a verla, estaba la hospitalera regañándola y
diciéndole que la causa de su enfermedad era por venir como una bellaca de
hospital en hospital”.
Pero el que la trajo también estaba presente y la excusó explicando a la
hospitalera que ella era huésped y que estaba así por trabajar de lavandera y
se tulló en el río. Lucia comenta que en ese momento vio llorar a Francisca y
decir “no me abraséis ni queméis que hasta quemada vengo y no se vea hija de
madre como yo me veo y la pobre se puso la boca llorando encima de sus
rodillas”. Aquí
se subraya el estado interno de Francisca cómo se encontraba en esa mañana.
Cuáles eran sus sentimientos y hasta qué punto su situación era realmente
penosa.
Al momento de hacer
esta confesión, Lucia, nos cuenta que vio como estaba en un poyo puesta y a
gatas se dirigía a por una jarra de agua. Una mujer que estaba allí junto a
ellos, y no se nos da el nombre, comentó en que mal estado físico se encontraba
Francisca.
Esa mañana estuvo en el
patio. Y Juana, la hospitalera, comunica como Francisca se quedó al lado de una
mujer pobre que también estaría viviendo de caridad y que su estancia en
Illescas no sería solo de paso, sino que sería alguien habitual en la casa. Ya
que también recomendó a Francisca que se acercara a la imagen de la Virgen del
hospital de la Caridad.
Serían a las 12 del
mediodía más o menos cuando la hospitalera y la mujer pobre que está en esa
mañana con Francisca la animaron para que se acercaran a la capilla de nuestra
Señora para encomendarse a Ella.
2. Milagro de Francisca de la Cruz.
Es en ese momento
cuando pasó lo siguiente. Nos expresa la dicha hospitalera, que la pusieron en
el umbral de la puerta de la capilla junto con la mujer pobre, y fue a gatas.
La misma Francisca nos comenta que en ese momento había allí muchos testigos. Y le abrieron en ese momento las puertas.
Una vez situada en el umbral comenzó ella a hacer oración.
Nos añade Juana que en ese momento dijo en alto y ella lo escuchó, “Madre de
Dios que no he extendido mis piernas desde hace cuatro meses”.
Y la hospitalera le animó a que siguiera encomendándose porque le daría
mejoría, y ella misma nos dice que en ese momento sintió alivio.
Francisca precisa aún más y es muy incisiva en lo que pasó comunicándonos que
en ese rato de oración le pidió a la Virgen que “le diese salud o la llevase de
esta vida”. La
posición en la que estaba era de rodillas. Se cansó de estar así y se sentó.
Después le vino un sudor con desmayo. No sabía si la causa de esta sensación
era por no haber comido y le pidió a la mujer pobre que se acercará al
mayordomo a pedirle algo de comer. En ese momento del desmayo siguió comentando
que hacía cuatro meses que no podía andar, pero que iba sintiendo las piernas
despegadas.
Juana sigue narrándonos
que le dio un palo a Francisca y que la fueron levantando, ella se iba
arrimando por las paredes, hasta que la colocaron en las gradas del altar.
Francisca comunicaba que cuanto más cerca estaba, más se le iban aliviando las
piernas.
La dicha enferma que iba siendo curada testimonia en primera persona que estuvo
así cerca de una hora en las gradas del altar ante la imagen de la Virgen. Y
después de ese largo rato de oración por segunda vez sintió las piernas
totalmente despegadas y que se podía sostener por ellas mismas.
Salió hasta el umbral
de la capilla. Toda la
gente que estaría allí en el patio la vieron cómo entró y contemplaron con
admiración cómo salió. También escucharían de sus labios gritar vociferando
cómo se había producido el milagro de su curación por mediación de la Virgen
ante la imagen que estaba en el hospital de la Caridad.
La admiración cundió en
toda la población de Illescas, empezarían por todo el pueblo a proclamar este
portento de boca en boca. Un claro ejemplo lo tenemos en lo que nos narra Lucia
de Mena, vecina del hospital. Que la hospitalera a las 2 del mediodía llegó a
su casa diciéndole que Nuestra Señora ha hecho milagros en la moza que había
visto anteriormente tullida, y que ya puede andar, y esto hizo que Lucia
saliera corriendo de su casa dando gloria a Dios a preguntarle a Francisca
sobre lo ocurrido.
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